Eladio Cabañero (Tomelloso, 1930-Madrid, 2000). Situó Tomelloso y La Mancha en el centro de su creación poética y literaria. En sus primeros pasos en el ámbito de la cultura literaria fue autodidacta. A partir de 1956 v en parte gracias al apoyo de Francisco García Pavón, trabajó en la Biblioteca Nacional y la Editorial Taurus, así como comenzó a colaborar con La Estafeta Literaria y de La Nueva Estafeta. En 1958 obtuvo el accésit al premio Adonais con su libro Una señal de amor. En 1963 recibió el Premio Nacional de Literatura por Marisa Sabia, y en 1971 el Premio de la Crítica por la recopilación de su obra, entre otros muchos galardones. Cabañero fue un poeta-albañil de una elocuencia pegada a la tierra. En 1963, fue incluido en la antología Poesía última de Francisco Ribes, donde también aparecen poemas de autores que conforman el grupo poético madrileño al que los críticos denominaron como Generación del 50.
Su obra se centra en el paisaje y en las características identitarias de I.a Mancha. Desde una perspectiva mucho más poética entrando en algunas concepciones que reflexionan sobre la geografía manchega, el poeta Eladio Cabañero recorre su tierra en Pueblo, paisaje y otras varias cosas de I.a Mancha, cuyos límites sitúa «aproximadamente (y calculo a ojo de buen campesino manchego) éstos: yendo desde Madrid, de norte a sur, La Mancha empieza, en batería, desde Consuegra y El Toboso (Toledo) y Belmonte (Cuenca), y llega hasta el estribo del Valle de Alcudia, El Viso de Marqués y Villanueva de los infantes (Ciudad Real), y de este a oeste comienza hacia los términos de El Ballestero, La Roda Villarrobledo (Albacete) y avanza hasta Piedrabuena y Tirteafuera (Ciudad Real)». Narra su tierra como si estuviese enamorado de ella, relatando sus características más relevantes. En este trabajo apreciamos que el texto se elabora mientras Eladio inhala los aromas de la tierra. Es una celebración de La Mancha, la selección de las cosas, los lugares y los pueblos para que el lector se anime a conocerla; su descripción de los lugares consigue trasladarnos, llegando incluso a notar las sensaciones del vino que el autor escribe que bebe. Citamos a Cabañero en referencia a la opinión de Ortega y Gasset sobre La Mancha:
Don José Ortega y Gasset, tras de proponernos, y aceptar una geometría sentimental (para ver y entender Castilla e incluso León), escribió en sus «Notas de Andar y Ver»:
«¡Caballero, en Castilla no hay curvas!». Creo, creemos muchos, que en Castilla —las dos- si que hay alguna que otra curva, ladeones y curvejas, pero sí creernos por el contrario, «sin engallar a naide», como dicen los viejos campesinos manchegos uniendo en una las palabras liar y engañar, que en La Mancha, efectivamente, no hay curvas. Y el mismo Ortega lo reconoce en las páginas citadas: «Podemos representarnos La Mancha como un inmenso espacio único».
Traemos aquí el poema, «La Mancha al sol», que refleja su mirada reflexiva y poética sobre su paisaje emocional con una poesía casi metafísica que ha convertido sus poemas en clásicos para quien quiere conocer y adentrarse en ella:

La Mancha: surco en cruz, ámbito, ejido,
parador del verano, en cuya anchura
un ave humana vuela a media altura,
ya tantos años viento azul perdido.
Hacia el otoño, surco en el olvido,
una yacente, el campo en su larguna
recuenta soles, siglos, y madura
el paisaje en el tiempo repartido.
Recuerda sus molinos, al rasero
mural del horizonte todavía,
espejismos de lanza en astillero.
La Mancha frente al sol: una sandía
de corazón quemante y duradero
frente a un circo de cal y lejanía.
*Este texto es un fragmento del libro El pensamiento en Tomelloso: Filosofía, poesía y arte, es un texto que rinde homenaje a aquellos pensadores que realizan su actividad en el ámbito local, no sin dejar de tener presencia o difusión global. El libro recoge trabajos que el autor ha publicado en prensa y que muestran el carácter de algunos de los intelectuales, hombres de letras y artistas que han nacido en Tomelloso o han tenido una estrecha vinculación con la ciudad manchega. Los artículos fueron publicados en prensa regional y premiados en concursos como la Fiesta de Las Letras. Una publicación cuya finalidad es unir en un solo espacio los espíritus que a través del arte, la poesía y la filosofía han realiza-do aportaciones fundamentales a la historia del pensamiento local, desde el «arraiga-miento» a un lugar. El libro se acompaña de ilustraciones de cada uno de los personajes a cargo de Silvia Muñoz González-Nicolás.