1. Introducción: Geografía, espacio e interpretación del territorio. El Paisaje Manchego: Patrimonio Territorial.
El paisaje de La Mancha es conocido desde una perspectiva literaria y geográfica, de modo que son los elementos singulares los que definen y muestran la riqueza patrimonial de su territorio, en tanto en cuanto la llanura en si misma parece no tener valores patrimoniales sin la intervención humana. En este breve trabajo analizaremos la peculiaridad de la musealización del territorio en La Mancha a través de unos elementos patrimoniales singulares como son los bombos, unos elementos constructivos tan complejos como difíciles de organizar para su puesta en valor patrimonial.
Como el Catedrático jubilado de Geografía Pillet indica: «En la apuesta por el turismo de interior en Castilla-La Mancha confluyeron los intereses tanto del gobierno de la región como de su universidad. El gobierno de Castilla-La Mancha ha hecho público que el turismo de interior en la región representa ya el 10 % del PIB, lo que le convierte en fuente importante de riqueza y de empleo, y por lo tanto en un sector de futuro, dejando de ser la región lugar de paso»[1] Esas reminiscencias al lugar de paso vienen porque no existían recursos en el camino a Andalucía, Valencia o Extremadura. Por tanto, continúa Pillet, «el patrimonio territorial lo relacionaremos bajo dos formas, la primera poniendo en contacto el territorio de Castilla-La Mancha con la oferta turística, y la segunda, más original, con las unidades territoriales más populares para la población que son sin duda las comarcas geográficas.»[2] Nosotros nos centraremos en la comarca geográfica de La Mancha y más concretamente en el área de Tomelloso, que es donde encontramos esta singular edificación que son los bombos.
En este sentido, existen estrechas vinculaciones entre el territorio, la ciudadanía, la política y la cultura castellanomanchega, que vistos desde la geografía y la gestión patrimonial amplían el espacio para la interpretación. La mayor parte de los estudios desde el ámbito académico y de la Geografía Humana, con el profesor Pillet, gran conocedor de la geografía de Castilla-La Mancha, desarrolla numerosos vínculos entre la literatura sobre La Mancha y la geografía real, mostrándonos la leyenda de este lugar de referencia universal que es La Mancha. Como ejemplo podemos citar a Jensen:
“La Mancha se presenta al viajero como una llanura en la que no encuentran ni sombra, ni vegetación, ni agua corriente. Sobre el ardiente suelo recalentado, el aire tiembla, y por todas partes se extiende una pesada atmósfera plomiza, una especie de calima que limita el horizonte visible, y por encima de ella, la bóveda celeste del cielo de color azul acero, sin nubes que lo oculten por lado alguno. Estamos en el corazón de La Mancha… La monotonía, la carencia de sombra, la pobreza en agua y un clima extremo, de meseta elevada, son las características principales de esta dilatada y esteparia comarca. Y sin embargo, La Mancha, la patria de Don Quijote, es de una gran belleza… Todo el que viaja por La Mancha tiene presente, a cada momento, la inmortal obra de Cervantes… Únicamente un paisaje, que por su desolación resulta casi grotesco, ha sido capaz de producir un ser de la manera de Don Quijote”.[3]
Esta definición nos permite comprender la dificultad de musealización de un territorio visto por los viajeros de esta manera.
Los diferentes pueblos del amplio territorio manchego, registran diferencias en su desarrollo económico, político y social; sin embargo, tienen algo en común: se encuentran ubicados en La Mancha, región natural estudiada y destacada por numerosos investigadores y geógrafos como por ejemplo Juan Dantín Cereceda en su Ensayo sobre las Regiones Naturales de España donde distingue claramente una región manchega, mucho tiempo después de la actual división provincial. Como ejemplo del poco arraigo de la división administrativa en la identidad de las gentes, todavía hoy podemos encontrar muchos comerciantes y transportistas, que a pesar de ser originarios de una de las cuatro provincias en las que La Mancha alcanza sus límites, utilizan este nombre para referirse a su tierra de origen. No existe para ellos Ciudad Real, Albacete, Cuenca o Toledo, que más bien son límites administrativos, sino el territorio manchego, hasta donde alcanzan los límites emocionales, la memoria y sobre todo, el paisaje, y la peculiaridad de su inmensa llanura. No digamos lo lejos que para estos hombres y mujeres se encuentra la provincia de Guadalajara, que desde su ámbito castellano, hablan de La Mancha como si con ellos no tuviera nada que ver, de ahí el problema administrativo en la construcción de la actual división territorial de Castilla-La Mancha, que se configura de “la combinación de dos referentes territoriales básicos: de un lado la región histórica de Castilla-La Nueva, denominación que se remonta al siglo XVI y que en la fórmula oficializada por el Real Decreto de 30-XI-1833 comprendía las provincias de Ciudad Real, Cuenca Guadalajara, Madrid y Toledo; de otro, La Mancha, una extensa “comarca” o región fisiográfica, extendida por la mayor parte de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo, y cuya percepción se atestigua de forma escrita desde el siglo XIV, aunque nunca llegara a gozar de una unidad administrativa completa”.[4]
La llanura interminable, el campo, las necesidades y la falta de asentamientos culturales y religiosos de formación hasta muy avanzada la historia de España, han hecho que la identidad manchega sea realmente peculiar en contraposición a la castellana y distinta a otras identidades regionales. En este punto encontramos diferentes visiones sobre el territorio manchego que nos permiten vislumbrar su patrimonialización como paisaje cultural ya que tiene algunas diferencias, sin embargo la gran extensión y diversidad de sus elementos a través de la historia, complica este hecho. Veamos pues algunos casos.
Desde una perspectiva poética y entrando en algunas concepciones que reflexionan sobre la geografía manchega, el poeta Eladio Cabañero recorre su tierra en Pueblo, paisaje y otras varias cosas de La Mancha. Citamos a Cabañero en referencia a la opinión de Ortega y Gasset sobre La Mancha:
Don José Ortega y Gasset, tras de proponernos, y aceptar él, una geometría sentimental (para ver y entender Castilla e incluso León), escribió en sus «Notas de Andar y Ver»: «¡Caballero, en Castilla no hay curvas!». Creo, creemos muchos, que en Castilla –las dos- si que hay alguna que otra curva, ladeones y curvejas, pero sí creemos por el contrario, «sin engaliar a naide», como dicen los viejos campesinos manchegos uniendo en una las palabras liar y engañar, que en La Mancha, efectivamente, no hay curvas. Y el mismo Ortega lo reconoce en las páginas citadas: «Podemos representarnos La Mancha como un inmenso espacio único».
Por poner otros ejemplos, José María Martínez Val en su ensayo Teoría de La Mancha, pretende precisar los límites y las razones de ser de lo manchego. Desde una perspectiva mucho más rigurosa y teórica –pretende ser científica-, y con un análisis conceptual, recorre los misterios y la magia que esconde este paisaje, resaltando la paradoja de que el Quijote transcurra en estos espacios, reconociendo el lirismo aún latente que Cervantes otorgó, al tomar esa decisión, a La Mancha. Esto es, que Cervantes concedió en su obra universal a La Mancha una capacidad que no tenían otros lugares, su ilimitación y sus grandes posibilidades literarias que se pondrían de manifiesto con el paso de los tiempos. Esto entronca con el paradigma de la geografía moderna en que no solo lo natural constituye el espacio geográfico sino también lo socio-cultural y literario. El Territorio-Museo de La Mancha como decorado del Quijote.
Otros textos en los que el territorio de La Mancha es objeto de un recorrido geográfico y que hoy podríamos llamar turístico o viajero, respectivamente. La Mancha en tiempo de Cervantes[5],, de Antonio Blázquez y Delgado Aguilera, que hace un análisis en la época que vivió Cervantes y La ruta de Don Quijote de la que sobran las descripciones, pues Azorín supo captar con su genial pluma el ambiente que se respiraba en La Mancha -principalmente en Argamasilla- en 1905, con motivo del Tercer Centenario de la publicación del Quijote, y que aún hoy podemos descubrir y sentir en los rincones que recorrió y en los personajes (la Xantipa, Juana María, Don Rafael y Martín) con los que se encontró, cuyos descendientes habitan hoy los mismos lugares. En estos fragmentos nos llama la atención su marcado carácter poético, haciendo en ocasiones de La Mancha un reflejo de sí mismo.
En una obra desconocida e interesante Ética de las llanuras, Antonio Cano, dentro del libro Idealismo sobre la llanura, repasa el carácter pasado y presente de la situación de las llanuras, y la influencia sobre el comportamiento de los que se han criado en el llano. Se refleja un pensamiento claro, a la vez concuerda en la manera de ver La Mancha, a pesar de que sea preciso un gran conocimiento del lugar. Antonio Cano, ha sido capaz de captar los sentimientos que la llanura despierta en los hombres, en él mismo, para que podamos entender mejor lo manchego. Esta llanura y su apertura al universo a través de un horizonte sin límites nos hace propiamente manchegos, pero sobre ello más allá de la valiosa contribución de Cano, tenemos mucho que indagar para acercarnos a la identidad cultural de La Mancha.
Siguiendo el recorrido, Gregorio Planchuelo Portales, geógrafo por excelencia del paisaje manchego, antes de la existencia como autonomía de Castilla-La Mancha, escribe La gran Región manchega y su paisaje[6]. Planchuelo quiere salir de los tópicos que hacen de La Mancha algo tan simple como llanura o tierra seca, defendiendo la riqueza paisajística manchega a la que no prestamos la atención que merece porque “no es todo llano, ni reseco, ni desarbolado” en La Mancha. En su análisis exhaustivo de La Mancha, como decíamos, lejos de tópicos, distingue los diferentes paisajes en el interior de la gran comarca natural situada en una altiplanicie, captando todos los matices que otros viajeros, por no ser únicamente propios de La Mancha no atienden fácilmente. Tampoco nosotros, manchegos, creemos en la variedad geográfica que disponemos, si no es porque hoy tenemos guías y rutas turísticas a nuestro alcance que nos llevan a los lugares por donde no han pasado los caminos, a los lugares más salvajes que rompen con el tópico de que La Mancha sea llana o seca, como las Lagunas de Ruidera o muy cerca de allí, los montes de sabinas del Campo de Montiel. Planchuelo, como extraemos, disfruta de La Mancha, de su conocimiento e investigación, para él, “contemplar una puesta de sol en la llanura de La Mancha es disfrutar de uno de los espectáculos más bellos que pueden darse en la Naturaleza.”[7]
Por terminar con este recorrido el novelista Francisco García Pavón en dos ensayos breves, Hacia un concepto de la personalidad manchega y Teoría del paisaje manchego[8], investiga La Mancha y esboza, consciente de las limitaciones que tiene para el estudio de la personalidad manchega y su paisaje, llegando a decir que “para poder obtener una idea completa de la personalidad de nuestra región, habría que estudiarla desde multitud de ángulos, pulsar hasta la última fibra de su complejo sistema, y sobre todo, gozar de una muy suficiente experiencia manchega, que a mí me falta”. El texto de García Pavón propone algunas ideas generales que conviene desarrollar, con una narrativa clara que aplica a estos ensayos, el paseo que nos damos acompañado de la escritura, por la humanidad y el paisaje de La Mancha esta lleno de conceptos y sabores variados.
En este concepto se enmarca el bien patrimonial que vamos a describir en este trabajo, la construcción conocida como bombo, que ha sido incluida en la última Ley de Patrimonio Cultural Regional como un elemento protegido por sus características. Sin duda el contexto que explicamos hasta aquí, es fundamental para entender este elemento patrimonial extraordinario en sus relaciones sociales e históricas. Pues este elemento se encuentra en un paisaje que a priori, fuera de los parques nacionales y naturales o la Reserva de la Biosfera de La Mancha Húmeda, poco habría que rescatar por parte de la población local, las imágenes son singulares y espectaculares, llamando mucho la atención del observador entre viñas y melonares.
Ahora veremos este bien cultural y sus especificidades pues como uno de los pocos que ha estudiado este bien decía en la introducción a su trabajo, «el bombo, que es un monumento y documento histórico, es también una de las más geniales y singulares respuestas del hombre de Tomelloso a su entorno, tanto que la propia obra se convierte en paisaje, se funde con el mismo, consiguiendo crear un maravilloso y artístico monumento en una tierra donde, pese a la exaltación de Cervantes, apenas sí se valora su humano y maravilloso paisaje»[9].
2. El caso de Castilla-La Mancha y el problema territorial como objeto de estudio: El bombo como ejemplo singular de Patrimonio Territorial.
Los bombos forman parte del paisaje de La Mancha. Esta construcción hecha piedra sobre piedra, semejante a una construcción del Neolítico (como bien apunta Lorenzo Sánchez en su investigación El bombo Tomellosero: Espacio y tiempo en el paisaje), se levanta en las llanuras de las tierras de viñedos y olivares manchegos. La Mancha es la región vitivinícola más importante del mundo.
El interés de los bombos viene dado por su larga tradición en los campos manchegos, concretamente ubicados en tierras de viñedos y de labranza, y por el arduo trabajo de esta construcción misteriosa que despierta una curiosidad inmediata al enclavarse en medio del campo sin ningún otro recurso material que la piedra. Parece que nadie conoce ya las técnicas de construcción de esta edificación arquitectónica rural, cuyo origen, en la actualidad sigue siendo un misterio.
Si se creara un Museo existiría la oportunidad de explicar y demostrar el enorme interés que guarda esta construcción, tanto desde un punto de vista técnico, como artístico, para descubrirnos que no sólo incita a su elogio por la dificultad de su edificación, sino que se ofrece como fuente de inspiración para artistas y creadores de la Región (Véase imágenes anexas)
El poeta Eladio Cabañero habla de los Bombos:
«Cuando caminamos desde Alcázar y Campo de Criptana por la llanura más abierta, nos encontramos con unas raras y nunca vistas Pirámides esféricas de Piedra, son los llamados bombos. A través de las viñas llegamos a uno de ellos y observamos que están construidos sin argamasa alguna -Piedra vana- utilizando las piedras que arrancaron los arados de vertedera y de gancho -romanos- al levantar las hazas para plantar las vides. Los construyeron los campesinos de Tomelloso tanto para limpiar de Piedras la tierra como para que les sirvieran de vivienda a ellos y sus animales de labor, los de gran tamaño, y para refugiarse, en los más pequeños, de la noche y el mal oraje. Los bombos de Tomelloso son la versión épica de la quintería manchega»[10]
El turista que no conoce esta construcción se pregunta ¿Qué son esas piedras enormes que se adivinan a lo lejos en el paisaje? Tienen forma de media naranja hecha de un material duro, como si fuera piedra. Despiertan la curiosidad a su paso por la Autovía de los Viñedos, cuando los carteles de la carretera anuncian que nos aproximamos a Tomelloso. Se levantan en medio del campo. Uno se da cuenta de que se trata de una construcción típica del campo manchego. Se repiten en número y se erigen en formas diversas, aunque con el mismo propósito: ser de utilidad al agricultor que trabaja con sus manos la tierra de sol a sol, para guardarse de las temperaturas extremas de la geografía manchega.
Al acercarnos más y más, los bombos se vuelven imponentes, como los molinos gigantes para Don Quijote. Sin argamasa o algún otro material constructivo más que la piedra seca, respiran en el campo, conscientes de la larga historia que arrastran. Son testimonios del paso del tiempo, cómplices de las tierras de La Mancha.
El bombo en la zona de Tomelloso (Ciudad Real) es un bien patrimonial que forma parte eminentemente del territorio donde se encuentra, y en ese contexto es donde encontramos el valor del bombo, como son denominadas estas construcciones de piedra seca. La ocupación y el dominio del paisaje, una arquitectura que domina el territorio. La piedra y el arte rural en el paisaje, piedra sin argamasa. Un paisaje de piedra y viñedos que identifica la zona.
En el caso del bombo es tan familiar para los habitantes de la zona que apenas nos preguntamos por él, existen miles. El Patrimonio se valora cuando se conoce, los bombos forman parte de la identidad. Cuanto más se conozca y se valore mayor será la fuerza para su conservación. Por lo tanto una buena alternativa debería crear una web de información y gestión que indicara los bombos existentes, su valoración, interés y características principales así como impulsar ayudas para rehabilitar los que se encuentran en peores condiciones. Se han realizado libros, simposios y conferencias en torno a los bombos siempre desde el asombro sin pensar en la patrimonialización, ya que se trata de las viviendas de nuestros ancestros, repartidas por el campo, por ello estamos ante un reto. La declaración como bienes de interés patrimonial de oficio por Ley nos enfrenta ante el reto de los nuevos museos y su puesta en valor. El bombo muestra la incorporación de la presencia humana en la naturaleza.
Sin ninguna duda, la cúpula de piedra que realizaban los agricultores como artistas tiene un valor patrimonial de suyo. Los bombos disponen de estancias para vivir y también para actividades agrícolas, animales, almacenaje, provisiones, etc. Lo que los integra como arquitectura civil, paisaje cultural y patrimonio industrial. Son bienes donde se muestra la ocupación y dominio del paisaje. De los más de 1000 bombos del término municipal de Tomelloso surge la posibilidad de formar parte de la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, que hubo un pequeño movimiento hace una década para su difusión.

Para la mayoría de la población local son bienes que siguen siendo usados para guardar aperos agrícolas, animales y descansar en las faenas, además de alguna iniciativa de ocio familiar. Sin embargo para los visitantes tienen y despiertan un gran interés, más allá del bombo que se hizo a la perfección para incluirlo en el Museo del Carro y que llama la atención cómo se encuentra fuera de contexto como si estuviera en un parque temático. La verdadera patrimonialización y visita de los bombos se encuentra en el paisaje, en los caminos que recorrían los labradores, y cómo de las piedras del campo, sin otro medio que la inteligencia y la piedra, construyeron su refugio para pasar temporadas en el campo.
Esta singularidad no puede ser explicada aislada del territorio, sino en el paisaje que se llena de estas construcciones únicas, que nos recuerdan a otros chozos (Castilla), talayots (Menorca) o similares en otros lugares, pero nunca iguales con una falsa cúpula como en el área de Tomelloso en La Mancha. Los bombos no están inscritos en el registro propiedad, adquieren y tienen su sentido en el paisaje y desde la geografía humana se ha estudiado, no podemos entender el los bombos sin el hombre y sin el paisaje. De ahí su carácter genuino de patrimonio territorial que es capaz de explicar la historia del territorio a través de su evolución.

3. Posibilidades y potencial de los bombos como elemento del patrimonio territorial de la mancha.
Actualmente, aunque sin categorizar desde el punto de vista turístico, los bombos de Tomelloso son un museo al aire libre de arquitectura peculiar realizada con el ingenio de los agricultores. Construcciones que guardan la identidad y la historia de un pueblo. El territorio se muestra como recurso para el desarrollo. De hecho, en el 2013 fueron declarados en la Ley como bienes etnográficos de «identidad regional» parte del Patrimonio Cultural Regional.
Una de las grandes novedades de esta Ley es que otorga forma y categoría de protección a los bienes que por su importancia y el valor intrínseco que tienen forman parte del Patrimonio Cultural, aunque no indica si como Bienes de Interés Cultural o Interés Patrimonial por lo que podemos concluir que es la mera inclusión para su valoración por la sociedad y ciudadanía a quien va dirigida la Ley. Si se considera que requieren protección específica habría que solicitarlo e incoar un expediente. Estos bienes, por le mero hecho de ser parte de la identidad regional, forman parte del Patrimonio Cultural de la Región. Se recogen en la Disposición Adicional Tercera y son Molinos de viento, silos, bombos, ventas y arquitectura negra.
«Los molinos de viento, silos, bombos, ventas, manifestaciones de la arquitectura negra y otros elementos etnográficos forman parte del Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha. Aquellos bienes entre los citados que sean merecedores de protección específica individualizada en razón de sus valores culturales podrán ser declarados en alguna de las figuras de protección conforme a lo establecido en el título I de la Ley».[11] El protagonismo de La Mancha se debe a la geografía literaria, pero también a la geografía física y su territorio, como planteaba Dantín Cereceda en el primer tercio del siglo pasado, con elemento tan importantes como sus bombos.
El bombo, que así se llama aquí a estas construcciones, ha despertado el interés de etnólogos, historiadores, paisajistas, pintores, poetas, etc. La verdad es que esta obra de arte despierta el interés de todo aquél que se acerca a contemplarla, y son muchos los puntos de vista desde los que puede ser estudiada: arquitectónico, climatológico, etnológico, artístico, etc.[12] Por lo tanto, un elemento de patrimonio territorial de esta características, puede convertirse en marca turística como un elemento patrimonial que significa un gran elemento de atracción y de impulso turístico a la zona, de manera sostenible y contextualizando su historia, sus valores y su relaciones con el entorno.
No será fácil, pero sin duda es una estrategia de futuro muy importante para una zona que conserva poco o escaso patrimonio territorial arquitectónico más allá de los grandes símbolos de ventas y molinos quijotescos.
4. Bibliografía.
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SANCHEZ LÓPEZ, Lorenzo: El Bombo Tomellosero, Espacio y Tiempo en el paisaje. Ayuntamiento de Tomelloso, 2008.
[1] PILLET CAPDEPÓN, Félix: El Turismo de Interior y el Patrimonio en Castilla-La Mancha, en Cuadernos de Turismo, nº 27, 2011, p. 727.
[2] PILLET CAPDEPÓN, F.: El Turismo de Interior y el Patrimonio en Castilla-La Mancha, en Cuadernos de Turismo, nº 27, 2011, p. 728
[3] JESSEN, Otto: “La Mancha. Contribución al estudio geográfico de Castilla la Nueva”. Estudios Geográficos. nº 23 y 24.
[4] GARCÍA ÁLVAREZ, Jacobo: Provincias, Regiones y Comunidades Autónomas. La formación del mapa político de España, Secretaría General del Senado, Madrid, 2002. Página 603.
[5] BLÁZQUEZ Y DELGADO AGUILERA, Antonio: La Mancha en tiempo de Cervantes, El Escorial, Imprenta del Real Monasterio, 1928.
[6] PLANCHUELO PORTALÉS, Gregorio: “La gran región manchega y su paisaje”, en revista La Mancha nº 2, 1961
[7] PLANCHUELO PORTALÉS, Gregorio: “La gran región manchega y su paisaje”, en revista La Mancha nº 2, 1961.
[8] GARCÍA PAVÓN, Francisco: “Teoría del paisaje manchego (Ensayo sobre la llanura)” y “Hacia un concepto de la personalidad manchega”, en Tres ensayos y una carta, Jerez de la Frontera, 1951.
[9] SANCHEZ LÓPEZ, Lorenzo: El Bombo Tomellosero, Espacio y Tiempo en el paisaje. Ayuntamiento de Tomelloso, 2008, p. 13.
[10] CABAÑERO, Eladio: “Pueblo, paisaje y otras varias cosas de La Mancha”, en La Mancha, con fotos de J. Ciganovic, Madrid, Editorial Clave, 1968.
[11] Es una novedad destacada en la Ley respecto a la anterior, que deroga.
[12] SANCHEZ LÓPEZ, Lorenzo: El Bombo Tomellosero, Espacio y Tiempo en el paisaje. Ayuntamiento de Tomelloso, 2008, p. 15.